Sufrimiento: Alegría del cristiano.

El cristiano es un ser diferente: controversial y contradictorio. Rompe los esquemas de una persona normal, porque sufre estoicamente todo tipo de injusticias y maltratos pero de su boca no sale ni un gemido. Sus ojos no reflejan tristeza sino una constante serenidad y un brillo misterioso casi espiritual. Su rostro es la expresión de bondad y ternura en medio de la maldad.
¿Es acaso un masoquista?, pues dejenme decirles que un poco pero no es el punto. El punto es que el cristiano ve el sufrimiento como una manera de congraciarse a Dios. Por dos y simples razones; uno por sus propios pecados y el otro por los retos de la vida que Dios le da, y que sin ellas, ésta sería aburrida.
El primer tipo de sufrimiento, lo “goza” en el terreno ordinario de los demás; con las mismas debilidades, impotencias, siempre sujeto a ser vencido por la propia concupiscencia, pero experimenta la alegría del perdón y del sentirse amado. El segundo lo coloca porque es mucho más profundo, en nivel de martirio, es decir de los sufrimientos de Cristo. Es un sufrimiento acrisolar; muchas veces incomprensible e insondable como todo accionar de Dios, este es el sufrimiento que el cristiano se somete porque una voz inefable con resonancia indescriptible lo invita a aceptarlo con alegría.
No es una alegría explosiva, estridente, ni estentórea de júbilo y de ánimo. Más bien, es una alegría íntima, serena, contemplativa, reflexiva que predispone toda su mente y todo su ser al compromiso del Evangelio.
Ser cristiano es una escogencia, una elección de Dios, por lo tanto, no puede sustraerse a esta gracia; de esta incomparable misión de anunciar la salvación a todos sin excepción, así es, sufrir un poco es la clave de la misión de un cristiano. Llevar consigo esa pesada cruz por sus pecados y caerse pero nunca desistir. Y tratar de mantenerse alejado de la basura que está cargada su mente y su corazón, con proyectos idólatras totalmente alejadas del camino de Dios.
Y la pregunta que se hace el cristiano es - Señor, ¿por qué a mi? - y el señor lo mirará con ternura y amor y le dirá con una sonrisa - “Porque así lo quiero hijo mio, así lo quiero”. Entenas, se producirá en su interior un explosión de perpleja alegría como en la anunciación a la Virgen María y con un indecible gozo responderá como ella:
“Hágase Señor en mí tu Santa Voluntad”